sábado, 24 de mayo de 2008

CD Baza 2 - Mérida UD 4

Lo que viví ayer no lo he vivido jamás, ni tan siquiera en Primera División. En Primera ves futbol, ves glamour, ves ambiente... Pero luego, cuando te ves en campos de tierra, cuando llevas comida al estadio para los jugadores encerrados dentro del mismo, cuando vendes tickets de un sorteo para poder pagar al arbitro, cuando gente como Legiones Sur viajan a LANZAROTE con una pancarta que ocupa más que todos ellos juntos, cuando hueles a cesped mojado y no a glamour, entonces es cuando lloras si Jandro marca el 2-3. Entonces recuerdas todo esto y crees que si el pasado domingo te pareció un milagro ganar al Aguilas jugando 60 minutos con uno menos, ya no existen palabras para calificar lo de ayer. Bueno sí; FE.

En el minuto 60 los 300 que fuimos a Baza nos encontrábamos atenazados, los cánticos no surgían efecto y las fuerzas se estaban diluyendo... Este que está aquí pensó que no podía ser, que me iba a reventar la cabeza, pero que en cojones no nos iban a ganar. Y siento decirlo, pero así fue. Comenzamos a animar como si ganásemos 0-4 y por arte de magia apareció el 2-1. A veces una chispa enciende un fuego, pero no íbamos a arder hasta apagarnos, ardimos como el más siniestro de los incendios que asoló Galicia hace tan poco tiempo. Ardimos hasta arrasar. Todos botábamos, gritábamos, chillábamos, mientras los goles iban cayendo.... Si el partido hubiera durado 20 minutos más la goleada hubiera sido escandalosa y mi voz, que hoy me ha abandonado, cada minuto se agigantaba erigiéndose monumental en compañía de las 299 voces que me acompañaban. Pero esto sólo es el final.

La tarde comenzó cuando me incorporé en Guadix a la expedición Emeritense formada por 4 autobuses de auténticas bestias de bellota. Lo de Gladiador se me queda corto para una gente tan entregada. El tembleque de piernas y el sudor frío de mi espalda fué desapareciendo con los minutos. Después de saludar a muchos de mis amigos, nos montamos en los autobuses y nos dirigimos hacia el hotel de concentración del MÉRIDA U.D. Con cánticos queríamos recibir a los jugadores, pero los primeros en salir eran los que, en ese mismo hotel, estaban celebrando comuniones. Fué gracioso por tan fuera de contexto. Al poco apareció Pepe Fouto, y minutos después la plantilla del Mérida. Los jugadores estaban absortos, concentrados, ensimismados... había de todo. Incluso Luciano se dirigía, equivocadamente, a uno de nuestros autocares en vez de al del equipo. Sin duda era él quien más frío estaba. Cuando volvimos a meternos en nuestros autobuses, no pude más que mantenerme en silencio; me había dado cuenta de que mi garganta se resentía y aún no había comenzado el partido. Menos mal que Legiones iba provista de "productos lácteos y derivados del petróleo", algún traguito para afinar y al campo del Baza (previo cacheo inoportuno de todos y cada uno de nosotros. Digo lo de inoportuno porque a la afición del Baza no se le hizo lo mismo. Quién sabe si ellos también pudieran llevar algo que lanzarnos después...).

El Baza había previsto todo; abundante riego del cesped para que el balón esté super-rápido, la megafonía a todo trapo parta que no se nos escuchara, al menos durante el calentamiento, y abundante ruido de trompetas para joder nuestros cánticos. Comenzó el partido y de eso no voy a comentar nada, cada uno pudo verlo con sus propios ojos. Sólo hablaré de detalles que me hacen sentir a mi equipo cercano; Juli Ferrer se nos acercaba a menudo para preguntarnos por otros resultados. Caras de desesperación en la grada. Me siento, me levanto, nos anulan un gol, se rompe algún asiento... Nervios, miedo, zozobra... Estábamos fuera y no me lo creía. Me dije a mí mismo que me daba igual, que si eran los últimos 20 minutos que veía este año al Mérida, pues que iban a ser a muerte, igual que lo habían sido los 70 anteriores. Me encaramé en lo más alto de la valla y grité mucho más de lo que lo había hecho antes. El ser humano es así, a veces saca fuerzas mentales cuando fallan las físicas. Pensé que apenas había visto a mi equipo este año, que los demás que allí estábais llavabais todo el año animando, pero que yo estaba fresco y tenía que multiplicarme y no paré de tirar de la gente. (Gracias Luciano por ayudarme con tu gol). Empezábamos a ser pocos los que continuábamos con ánimos, pero no hay esfuerzo sin recompensa. Este Mérida tiene más gol que todos los Méridas que yo he visto. Luciano es increible, pero estoy enamorado de Sabino. Y juntos, los dos, son mortales.

Finaliza el partido y ni si quiera recuerdo alguno de los goles. El éxtasis me trastorna y si me llama la atención alguna lágrima que se me pudo escapar, cuando veo a mis amigos llorando a moco tendido una envidia sana recorre todo mi cuerpo y abrazo a uno por uno.Fouto nos saluda, los jugadores nos reverencian, devolvemos ambas cosas y más abrazos, y más besos, y más cánticos. Salimos fuera del estadio y saludamos a los jugadores. Grande, qué digo grande, enorme su profesionalidad, su cariño hacia nosotros, sus guiños y su entrega. Juli saluda entre gritos de Capitán, Capitán!!, Mansilla baila nosequé a petición de quienes si saben lo que era, Luciano nos saluda desde el vestuario, Cuevas con nuestras bandera de Legiones no hace más que ondearla... Y finalmente se nos acercan y nos abrazamos.... Grandes!.

Crónica realizada por Luismi.